En un giro inesperado que ha dejado al mundo de la música de trío en un silencio reverencial, Gilberto Puente, reconocido universalmente como el mejor requinto del mundo y fundador del icónico trío Los Tres Reyes, ha partido hacia su último concierto celestial. La noticia, que trascendió este domingo, ha estremecido al medio artístico y cultural, dejando un vacío irreemplazable en el corazón de la música romántica.
Puente, quien junto a su gemelo Raúl formó parte de una dinastía musical sin igual, dejó un legado que resuena más allá de las cuerdas de su instrumento. Desde las calles de Nuevo Laredo, donde encontró su verdadero hogar artístico, hasta los escenarios internacionales más prestigiosos, Gilberto tejió melodías que ahora quedarán grabadas en el pentagrama eterno de la historia musical.
En 2019, el maestro había decidido colgar su requinto para disfrutar de un merecido descanso y atender su salud, pero su música seguirá vibrando en el corazón de sus seguidores por generaciones. Nacido en Anáhuac, Nuevo León, el 29 de noviembre de 1936, Gilberto hizo de Nuevo Laredo su cuna artística. Su hija Evita recuerda con cariño: «Fue en la primaria Carlos A. Carrillo, en un infantil enredo donde se enamoró por primera vez con quien fuera la dueña de su corazón: la guitarra».
Los hermanos Puente iniciaron su camino musical como «Los Cuatitos Puente» a la tierna edad de 10 años, sin imaginar la enorme trayectoria que les esperaba. Su talento los llevó a trabajar con grandes figuras como Chelo Silva, pero fue al conocer a Virginia López cuando adoptaron el nombre que los inmortalizaría: Los Tres Reyes.
A lo largo de más de seis décadas, Gilberto Puente perfeccionó su técnica hasta alcanzar un virtuosismo que lo llevó a ser reconocido mundialmente. Su requinto de oro no solo acompañó canciones, sino que creó un estilo único que definió una época del bolero y la música romántica latinoamericana.
Ahora, mientras el cielo gana un ángel de cuerdas doradas, la tierra llora la pérdida de un rey del requinto. El legado de Gilberto Puente, sin embargo, permanece intacto en cada nota que interpretó, en cada alma que conmovió con su música.
Que las melodías de Gilberto Puente sigan resonando en el infinito, recordándonos que la verdadera realeza musical nunca muere, solo cambia de escenario. Su requinto puede haber enmudecido, pero su música seguirá siendo la banda sonora de innumerables historias de amor por siempre.